Depresión y enfermedad cerebrovascular

Las enfermedades cerebrovasculares son en la actualidad, uno de los más importantes problemas de salud, la tercera causa de muerte en el mundo occidental, la primera causa de invalidez permanente entre las personas adultas, y una de las principales causas de déficit neurológico en el anciano.
El ataque cerebrovascular tiene dos formas bien diferenciadas:
1.- Ictus isquémico o infarto cerebral: una isquemia (disminución importante del flujo sanguíneo) en el cerebro, de manera anormalmente brusca.
2.- Ictus hemorrágico, derrame cerebral o hemorragia cerebral: la hemorragia está originada por la rotura de un vaso cerebral.
Afecta al 3.5% de personas mayores de 65 años, y sus consecuencias tienen una gran incidencia en la mortalidad y morbilidad, ya que de los que sobreviven, un 30% necesitará rehabilitación, quedando con una incapacidad permanente.
En la actualidad, debido a los graves problemas económicos que afectan a un colectivo importante de nuestra población, hay un repunte de casos de depresión. La depresión suele desencadenarse cuando una persona que tiene un problema grave que le produce angustia, y llega a la conclusión de que no está a su alcance hacer nada para encontrar una solución. Esta situación mental es la que dispara el inicio de una depresión.
Acaba de publicarse un trabajo, que relaciona sufrir una depresión con el aumento de accidente cerebrovascular. (Gilsanz P et al . Changes in Depressive Symptoms and Incidence of First Stroke Among Middle-Aged and Older US Adults. J Am Heart Assoc. 2015; 4:e001923 ). Se seleccionó un colectivo de 16.178 personas mayores de 50 años que no habían tenido ningún accidente cerebrovascular. A lo largo del estudio, fueron entrevistados con una visita clínica cada dos años entre 1998 y 2010. Todos fueron valorados con la misma escala exploratoria de la depresión. Su conclusión fue que las personas que tuvieron un síndrome depresivo con una duración de cuatro años, tuvieron más del doble de accidentes cerebrovasculares (factor 2.18), y los que lo tuvieron por un período de dos años el factor fue de 1.66 en relación a los que no padecieron ningún proceso depresivo. El accidente cerebro vascular no apareció siempre durante la depresión, sino que en muchos casos lo hizo años después de la remisión. Es decir su conclusión ha sido, tener una depresión prolongada aumenta el riesgo de padecer un accidente cerebrovascular.
Por tal motivo es importante que los síndromes depresivos sean tratados de la forma más rápida y eficaz posible, y la Farmacogenética puede ayudar a conseguirlo. El paciente depresivo suele estar polimedicado y la interrelación entre sus cambios genéticos y las interacciones del conjunto de la medicación, puede interferir en la eficacia del tratamiento, produciendo efectos no deseados, como es el fallo terapéutico, o abandono del tratamiento (cuestión frecuente debido a la falta de eficacia).
Dr. Juan Sabater-Tobella
European Specialist in Clinical Chemistry and Laboratory Medicine (EC4)
Member of the Pharmacogenomics Research Network
Presidente de EUGENOMIC®
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