Plantas medicinales y oncología pediátrica

La aparición de un cáncer es un motivo de preocupación –y a veces de angustia- por el afectado, y su entorno familiar.
Cuando se trata de un cáncer infantil, a veces puede esconderse al afectado, pero a sus padres y entorno familiar más próximo les causa un verdadero trauma.
Estamos psicológicamente poco preparados para afrontar determinadas enfermedades. Un cáncer es algo que no entra en nuestros esquemas y menos cuando se trata de un niño.
Cada año se diagnostican en España cerca de 1.400 nuevos casos de cáncer en niños y adolescentes (de 0 a 18 años).
A pesar de ser una enfermedad menos común en niños, el cáncer infantil es la primera causa de muerte por enfermedad, hasta los 14 años.
El tipo de cáncer más frecuente en los niños es Leucemia (25%), seguido de los tumores del Sistema Nervioso Central (19,6%) y los linfomas (13,6%), según el Registro Nacional de Tumores Infantiles.
La tasa de supervivencia a 5 años, de 0 a 14 años alcanza casi el 80%, según la Sociedad Española de Hemato-Oncología Pediátrica, un dato muy esperanzador.
Sin embargo, cada día se tiende a complementar los tratamientos del cáncer con hierbas o “productos naturales”.
En ocasiones, puede estar demostrado su beneficio y en tal caso ya son los oncólogos quienes lo incluyen en la pauta terapéutica.
Pero muchas veces son sus padres quienes se lo dan a los niños afectados, a escondidas de los oncólogos, o sin advertirlo. Con el supuesto de que como “es natural” es “bueno”.
Puede serlo, pero en muchas ocasiones hay interferencias que pueden ser graves y comprometer la vida de los niños.
Acaban de publicarse unas recomendaciones de la Sociedad Internacional de Oncología Pediátrica: “Traditional and Complementary Medicine in Pediatric Oncology and Low-Middle Income Countries: Recommendations from the International Society of Pediatric Oncology (SIOP), T&CM Collaborative”.
En el fondo no dicen nada nuevo. Simplemente que si se prescriben, se tenga evidencia de que van a producir algún beneficio directo o indirecto. Y sobre todo, se debe asegurar que no van a causar ningún perjuicio.
Precisamente la Farmacogenética y el estudio de interacciones entre fármacos y plantas medicinales, son una gran ayuda para evitar efectos adversos.
Pongo un par de ejemplos:
Uno muy general: hay quien piensa que las hierbas siempre son “buenas” y sobre todo las que tienen muchos componentes antioxidantes, y por tanto son beneficiosas para la salud.
Pero, si el tratamiento del cáncer se hace con agentes de quimioterapia, muchos actúan precisamente porque son oxidantes y producen radicales libres y las células cancerosas son más lábiles a los radicales libres que las normales. Por tanto lo que se está haciendo con las hierbas, será neutralizar parte del efecto de la quimioterapia.
Otro ejemplo más concreto: La Vinblastina es un fármaco muy utilizado para casos de linfomas y Hodgkin.
Un niño tratado con Vinblastina si sus padres “a escondidas”, le dan hierba de San Juan (hipérico) para calmar sus nervios, o ginseng pues “da fuerza”, lo que están haciendo es inducir la enzima CYP3A4, que metaboliza la Vinblastina. O sea, harán que se elimine más rápidamente y por tanto favorecerá un fracaso terapéutico.
Por el contrario, le dan al niño zumo de pomelo, berberina o extracto de hojas de frambuesa, entre otras hierbas, lo que están haciendo es inhibir de forma potente la enzima CYP3A4.
Al inhibir el CYP3A4, la Vinblastina se eliminará más lentamente de lo previsto en la terapéutica, y le ocasionará efectos tóxicos por sobredosis. Y lo peor, es que el oncólogo en el primer caso, no se dará cuenta de que están de hecho administrando una dosis insuficiente y en el segundo caso, no se explicará los efectos tóxicos.
Y así podríamos poner un largo etcétera de ejemplos.
Los oncólogos deben preguntar muy explícitamente a los padres de los niños si les dan algún producto natural, y como conducta general prohibirlos, si no hay evidencias clínicas de su beneficio.
Pero sobre todo, y mucho más en oncología, es preciso antes de prescribir cualquier medicamento, consultar en un software de Farmacogenética los posibles efectos adversos debidos a la medicación. Y el primer paso: tener en cuenta los polimorfismos genéticos del paciente.
Ignorarlo, condiciona la vida del niño.
Dr. Juan Sabater-Tobella
European Specialist in Clinical Chemistry and Laboratory Medicine (EC4).
Member of the Pharmacogenomics Research Network.
Member of the International Society of Pharmacogenomics and Outcomes Research
International Delegate of the World Society of Anti-Aging Medicine.
Presidente de EUGENOMIC®
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